viernes, 11 de septiembre de 2009

Felipe II y el paisaje urbano de Madrid (II y fin)


 
Vista de Madrid por Wyngaerde (1562)

“Se aprecia en primer plano las riberas del Manzanares cruzado por los antecesores del Puente de Segovia (en primer término), y el Puente de Toledo (más al sur, derecha), que se construirán en forma monumental años más tarde. El edificio más destacado, al norte (izquierda), es el Alcázar, que forma parte del circuito amurallado y que sufrirá varios incendios hasta el fatídico de 1734 que lo destruirá casi completamente, siendo sustituido por el actual Palacio Real. Entre el caserío se destacan las torres de las iglesias (de izquierda a derecha: San Gil, San Juan, Santiago, San Salvador, San Miguel de los Octoes, San Nicolás, Santa María, San Justo, San Pedro, la Capilla del Obispo, San Andrés y, extramuros, San Francisco), que no muestran aún el perfil de cúpulas y chapiteles que las caracterizará en los siglos siguientes. Aparece, fuera de las murallas y sobre el río, una instalación artesanal dedicada al tratamiento de pieles: las Tenerías del Pozacho."
(Fuente: Madrid por Wikipedia)

 Felipe II y el paisaje urbano de Madrid (II y fin)

En este artículo, consideraremos el paisaje urbano matritense tanto dentro como a los alrededores de la ciudad en la primera época de su capitalidad.

Muchos cronistas contemporáneos de Felipe II no hicieron más que poner a este monarca en un altar para ofrecerle sus alabanzas, sea por miedo, sea por adulación. Por lo cual, seguiré lo que nos hace ver Fernández de los Ríos en su crítica personal aunque negativa de las consecuencias de la instalación de la corte en Madrid en 1561 y de la mala gestión urbanística de la capital. Expondré un artículo de Vicente M. Rosado sobre la gran cerca de Felipe II o Pared Real, esta desconocida, que hoy en su mayor parte subsiste y cuyo ámbito desde 2006 debía ser declarado Territorio nacional entre otras cosas, lo cual fue confirmado por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid el 6 de abril 2009 contra todo lo recurso presentado. Y luego, veremos, de paso, el examen positivo expuesto por un autor de gran interés histórico sobre la sociedad comercial, José Antonio Nieto Sánchez, cuyas obras me parecen dignas de consideración por su importante y rigurosa documentación. Él obtuvo el premio de investigación municipal 'Antonio Maura' en el 2008, por su obra Artesanos y mercaderes: una historia social y económica de Madrid (1450-1850).


Una falta de interés urbanístico por parte de Felipe II en Madrid

Felipe II tenía la posibilidad de aprovechar el arte de un gran arquitecto como Juan de Herrera. Sin embargo, éste no tuvo en la capital, otra oportunidad de trabajar más que en la construcción del puente de Segovia. El rey mandó hacer la obra de la Armería Real en el lugar donde hoy se asienta la Catedral de la Almudena. En 1562, hizo venir escultores de Milán que sabían trabajar el mármol de Carrara que se había importado para la decoración del Alcázar. Mandó edificar también la Casa del Tesoro. Pidió a Herrera proyectar la Plaza Mayor en la Plaza del Arrabal; el primer edificio, la Casa de la Panadería, empezará a construirse en 1590 a cargo del maestro de obras Diego Sillero pero el proyecto sólo se realizará en época de Felipe III. Y poco más se hizo dentro de Madrid, nueva capital. En realidad, todo el interés del rey se desvió hacia El Escorial.

 Puente de Segovia de Juan de Herrera siglo XVI
Hoy antes de la obra de Calle 30 y Madrid Río
Foto Luis Garcia Wikimedia Commons


El desastroso efecto de la Regalía de Aposento

Felipe II impuso la Regalía de Aposento que consistía en el alojamiento obligatorio del personal de la corte, funcionarios y servidumbre, en los domicilios de los madrileños que disfrutaban de casas de más de un piso de altura. Tenían que ofrecer la mitad del espacio de sus viviendas. Esta obligación incitó, para evadir la molesta carga, a la construcción de las conocidas casas a la malicia, de mala arquitectura y miserables en gran mayoría. Presentaban una fachada de un piso con buhardillas. En un patio trasero, se levantaban otras partes no visibles desde el exterior que, a veces, se declaraban como talleres, cuadras o establos cuando en realidad eran vivienda. Pero esto no libraba a los propietarios de obligaciones, porque se les cobraba la mitad o la tercera parte de lo que les daría un alquiler. Francisco Marín Perellón, historiador y gran entendido sobre la Regalía de Aposento dice que, por ejemplo, la Plaza Mayor estaba rodeada en la época de Felipe III de muchas casas a la malicia que eran en su mayoría muy mal construidas. Estas viviendas, hasta el siglo XIX, ocuparon las dos terceras partes de la capital.

Una casa a la malicia con un piso añadido posteriormente, aprovechando el patio
Calle del Pez, 31

 

 
Conjunto de antiguas casas a la malicia en la calle del Pez

Casa de Lope de Vega, antigua casa a la malicia


Felipe II con rosario por Sánchez Coello (Museo del Prado)

La edificación desordenada y arbitraria de los cortesanos y la cerca del Felipe II
 
Existió una falta de recursos del municipio y también una falta de previsión absoluta por parte del gobierno, lo que provocó un gran desorden urbanístico. Todo quedó en manos privadas de los más ricos que podían gastar dinero para construir y lo hicieron tanto en el recinto medieval como en los arrabales; por lo cual, hubo que ensanchar los recintos amurallados durante el reinado de Felipe II por razones fiscales y sanitarias más que defensivas. Es la cerca de Felipe II descubierta en Bailén en 1991. Esta cerca amplió la vieja cerca del Arrabal del siglo XIV e incluía muchas de sus puertas.
- La Puerta de Santo Domingo que ya existía en la cerca del Arrabal.
- El Postigo de San Martín, también de la cerca del Arrabal.
- La Puerta de la Red de San Luis, próxima a la iglesia de san Luis Obispo de la calle Montera y de la red antirrobo de una venta de pan, al principio de los caminos de Hortaleza y Fuencarral.
- La Puerta del Sol, puerta que ya existía en la cerca del Arrabal, pero que se hizo nueva y un poco desplazada para seguir el trazado de la nueva cerca.
- La Puerta de Antón Martín, que se construyó en la plaza del mismo nombre, al lado del Hospital de Nuestra señora del Amor de Dios que Antón Martín fundó continuando la obra empezada por su amigo san Juan de Dios.
- La Puerta de Toledo sustituyó a la Puerta de La Latina que pertenecía a la cerca del Arrabal.
- La Puerta de Segovia comunicaba con los caminos de Castilla y Extremadura.
- La Puerta de la Vega, antigua y conocida puerta de la muralla árabe, reconstruida en 1708 y más tarde sustituida por un portillo de madera para ser eliminada en 1870.
No conviene confundir la Cerca de Felipe II con la otra gran cerca de Felipe II, mucho mayor, o Pared Real.

Nos cuenta Fernández de los Ríos que para Madrid, el monarca no tenía visión de grandeza ni de futuro. Daba órdenes para detalles de este tipo: “Queremos que el tejado de las Caballerizas esté recubierto de pizarra y de la faccion de los de por acá,” (Carta desde Bruselas en 15 de Febrero de 1559), “Queremos que el monasterio de san Lorenzo sea una parrilla de piedra.” Mientras se ocupaba en estas cosas, permitía que los cortesanos construyan libremente sus casas de cualquier manera y en cualquier lugar, talando grandes cantidades de árboles cercanos para edificar y para calentarse. Algunas de éstas casas se conservaron hasta el siglo XX como la casa-palacio de Malpica en la cuesta de la Vega, hoy derruida, que, además, utilizó la muralla árabe para adosar y sostener su jardín. En 1953, Jaime Oliver Asín la descubrió cuando estaban haciendo grandes obras en el terreno.
 
Obras en el jardín de la casa de Malpica (Foto Jaime Oliver Asín 1953)

Muchos aprovecharon las murallas, musulmana o cristiana, para separar sus propiedades en las fundaciones. Aquí vemos un croquis hecho por Cristóbal de Villarreal en 1549 para un pleito de devolución de propiedades entre Luisa de Montoya y Gaspar de Oviedo. Se ve claramente el transcurrir de la muralla en los sótanos de las casas de la calle Palominos (hoy calle Factor) desde el Arco de Santa María hacia los Altos de Rebeque.

Croquis de Cristóbal de Villarreal 1549

La urbanización y los conventos
 
Los conventos, que ya eran muchos en Madrid, no hicieron más que aumentar en número y con abades plenipotenciarios. Dice Fernández de los Ríos:
“Había ya catorce conventos y aumentó diez y siete, todos grandes, todos rodeados de vastas huertas y dependencias, todos vulgares, porque quien gastó en el Escorial un tesoro, no supo dejar en Madrid una catedral..
Creó con estas horribles construcciones, levantadas sin plan ni concierto, un obstáculo permanente al desarrollo de las calles y á la reforma de Madrid, y no contento con esto mantuvo, protegió y aumentó los privilegios de las comunidades, que bastaban para hacer imposible que la villa fuese jamás una ciudad decente.”

El prior y los monjes de san Martín, por ejemplo, tenían privilegio para poblar el término de San Martín, según el Fuero de santo Domingo y de Sahagun, y “que los que fuesen sus vasallos no puedan servir á otro señor, ni ser vecino de otro lugar; que nadie pueda edificar casas sin licencia especial del prior de San Martín, y el que viviese dentro del término, dé parte de ello al prior, y si el que de allí se saliese vendiese algunas casas las pueda comprar el convento por el tanto, y que si no haya quien las quiera comprar, se queden por el monasterio, etc.”
En cuestión de impuestos:
Había un abismo, dice Fernández de los Ríos, entre la propiedad común y la amortizada, el clero poseía tres cuartas partes de España sin pagar nada.
En resumen, tanto los cortesanos como los religiosos acapararon el suelo para construir palacios de mal gusto o conventos vulgares, con muchos privilegios, mientras que el pueblo agobiado evadió la carga de la Regalía de Aposento, construyendo malas viviendas para este fin.
Con una población que era fundamentalmente agrícola, Madrid pasó a tener una sociedad industrial de lento desarrollo. El cambio climático por falta de bosques, caza y agua, sin suficientes alcantarillados, no favoreció la salud de los ciudadanos cada vez más numerosos que vivían entonces en la Villa. Ésta se había vuelto malsana y sucia. Empezaron a existir numerosas epidemias y enfermedades endémicas.

La gran Cerca de Felipe II o Pared Real 

 
Artículo muy documentado de Vicente M. Rosado, Apuntes de la Sierra sobre esta gran desconocida que es la Pared Real. El autor lo escribió a petición de la UNESCO.
“Felipe II mandó construir La Cerca a finales del Siglo XVI a fin de proteger el Bosque Real que rodeaba su casa (Casa de SM en La Granjilla). Carlos IV la terminó con fines cinegéticos, retener las presas de caza. La Cerca tenía una longitud perimetral de 55 Km. y diez puertas con sus correspondientes Caminos Conceptuales: Camino Real de Madrid, Camino de La Granjilla a Navalquejigo, etc. En su construcción trabajaron como parederos, Pedro Villamor y Cristóbal Rodríguez. (Ver "Guía de El Escorial, otra mirada", Ayuntamiento de El Escorial).
(…) “Tras la conquista de estas tierras a los moros, debido a la intervención de los segovianos cristianos, a éstos se les cedieron tierras para que las enriquecieran con su trabajo y las regaran con su sudor, y así se fueron formando pequeños núcleos de poblados con sus familias, ganado y sus huertos. Estas tierras eran de Segovia y la vida transcurría con toda normalidad, hasta que el Rey llevó a cabo su deseo y trajo consigo la formación de las Dehesas de Campillo y Monasterio a favor del Monasterio y a costa de los habitantes de dichos poblados, que fueron echados a vivir a otras tierras. Lo mismo pasó con el término de la Fresneda y su poblado, Dehesa de la Herrería (ya despoblada por entonces), Dehesa del Valle (también despoblada en aquel tiempo), y otras tierras limítrofes. Incluso se desvió la Calzada Real Leonesa, que pasaba por la zona de obras, y también se desvió el camino que transcurría desde Guadarrama hasta Robledo de Chavela.
Estas anexiones duraron desde 1562 hasta 1595 y todo ello fue cerrado con una pared de piedra seca berroqueña de 55 Km. de largo, custodiada por guardas reales, y con penas al que osase traspasarla. También fue anexionada una zona de tierras en lo alto del puerto llamada Heredamiento del Tobar, que tenía como lindes Pegueritos, Robledondo, y hasta la zona alta del Valle de los Caídos.
Geográficamente, la pared lindaba con los municipios actuales de Guadarrama, Alpedrete, Collado Mediano, Collado Villalba, Galapagar, Colmenarejo, Valdemorillo, Zarzalejo, Robledo de Chavela, santa María de la Alameda y Pegueritos. Se construyeron diez puertas de importancia que daban acceso al exterior y que se las llamaba: Puerta de Guadarrama (en la actual carretera del Escorial a Guadarrama), Puerta de las Cabezuelas (en la actual carretera de Guadarrama a Collado Villalba), Puerta de las Zorreras (cerca del actual apeadero de las Zorreras), puerta de Navalquejigo (en la actual Urbanización los Arroyos), Puerta del Tercio (en el actual puente del Tercio), Puerta de Valdemorillo (en la actual carretera de Valdemorillo), puerta del Chicharrón (en la calzada del Escorial a Zarzalejo), puerta de Las Navas (en la actual carretera de San Lorenzo del Escorial a Robledo de Chavela) Puerta de san Juan, (en la cañada trashumante de San Juan de Malagón) y puerta de Cuelgamuros (en lo alto del monte a dos kilómetros de la actual Basílica del Valle de los Caídos.
(…) “La Pared era construida por los llamados “parederos”, que cobraban sus salarios con arreglo a lo construido, que era medido en “paredes”; cada “pared” equivalía a aproximadamente a 2,75 metros. Se hizo de la anchura comprendida entre los 50 y 60 centímetros y la altura oscilaba entre 1 y 1,5 metros.
Como es comprensible, la modificación que se llevó a cabo repercutió en la vida cotidiana de la comarca, pues muchos aldeanos tuvieron que renunciar a sus huertos y zonas de pastoreo. Se ha mencionado que la longitud total era de 55 Km., aunque interiormente también se construyeron otras paredes que separaban distintas tierras de diverso uso y que sirvieron para cerrar las Dehesas de Campillo, Monasterio, tierras comunales de estas últimas (actual finca del Valle de los Caídos), la Fresneda (La Granjilla), la Herrería y otras zonas secundarias con una longitud de 38 Km., que con la pared hacen un total de 93 Km.”

 
Es interesante saber que hoy queda intacto un alto porcentaje de la Pared Real de Felipe II así como una puerta de las diez que tenía. Dos de ellas fueron restauradas. Lo demás está caído o fue aprovechado para otras construcciones. 


 
Un monarca absoluto con una elaborada red de espionaje
 
A pesar de todos los males traídos a Madrid en poco tiempo, nadie se atrevía a hablar contra el gobierno de Felipe II que tenía como brazo derecho la Inquisición. Este monarca, como su padre Carlos V, era un ser extremadamente desconfiado y tenía una red de espionaje y contraespionaje muy elaborada. De hecho, existía entre los ciudadanos de todo el imperio una autentica persecución paranoica, se vigilaba a cualquiera, interviniendo escritos y visitando casas, para arrestar, juzgar de forma temeraria y ejecutar en silencio. Dentro de los partes secretos, se encuentra un intercambio entre el rey y el duque de Alba (2 y 3 de noviembre de 1570) sobre la ejecución del Barón de Montigny, comisionado para reclamar contra el establecimiento de la Inquisición en Flandes. Se hizo pasar su muerte por garrote en la cárcel por muerte natural. Felipe II se portó siempre como monarca absoluto y tiránico, sus caprichos eran leyes. Y escribe Fernández de los Ríos:
“Los que acogidos en el extranjero lanzaron la verdad sobre aquel odioso reinado, tropezaban con la incomunicación de Europa, en que se tenía á España por una legion de esbirros, tendida por todo el contorno de la Península para cerrar el paso al juicio que de Felipe II había en el exterior.”
Muy posiblemente, Fernández de los Ríos tuviese una aversión exagerada hacia Felipe II, pero se basa en textos y archivos que demuestran que no era en absoluto el Rey prudente, justo, afable, descrito por los cronistas españoles de su época.

La situación socio-comercial de la villa

 
Hemos abordado el tema de la urbanización de Madrid en esta época y podemos asegurar que no favoreció a la Villa en su paisaje urbano. Sin embargo, el historiador José A. Nieto Sánchez, que conozco personalmente por la buena razón que es compañero de venta en el Rastro, ha escrito varias obras sobre lo social y económico en Madrid a través de la historia, desde los Reyes Católicos hasta nuestro días, entre ellos tres tomos de la Historia del Rastro. En su libro Artesanos y mercaderes: una historia social y económica de Madrid (1450-1850) que, como lo dije al principio, fue galardonado por el premio “Antonio Maura” por su investigación municipal, expone que la llegada de la Corte provocó una demanda estimulante para los campesinos o artesanos de los pueblos cercanos y que esto fomentó un gran desarrollo económico. Él no considera que la Villa llegó a ser parasitaria bajo el reinado de Felipe II. En el capítulo 5 de esta obra, p. 83, “La Corte en Madrid: sociedad, industria y comercio”, dice:
“En esta línea de tildar de parásitas a la ciudades cortesanas la palma se la lleva Madrid, considerada como la “ciudad consumidora” por antonomasia. Puedo adelantar que esta visión acierta al no incluir la Corte española como una pujante ciudad manufacturera, pero no tiene en cuenta que mantuvo un porcentaje nada despreciable de su población ocupado en tareas industriales estimuladas por las mismas clases sociales que habitaban la villa. Si antes se ha dicho que las estancias reales favorecieron la producción de manufacturas, el establecimiento definitivo de la Corte alentó aún más esas actividades y, por supuesto, todas las ramas de lo que hoy denominamos servicios.”
Ver Google books Capitulo 5 a partir de la página 83, La Corte en Madrid: sociedad, industria y mercado.

http://books.google.es/books?id=kdGu8yuWgsEC&printsec=frontcover&dq=Artesanos+y+mercaderes:+una+historia+social+y+econ%C3%B3mica+de+Madrid+%281450-1850%29&ei=TPGoSp2tEpK0MKmcvKoK#v=onepage&q=&f=false
 

 
El Monasterio de San Lorenzo del Escorial, causa del abandono de Madrid
 
La principal preocupación del monarca fue la obra del Monasterio del Escorial, encargada a Juan Bautista de Toledo, con Juan de Herrera y Juan de Valencia a sus órdenes. Ésta fue una obra magistral donde, después de un mal comienzo con grúas que no funcionaron bien, Juan de Herrera encargó grúas-torre como las de los puertos del Rhin que eran conocidas desde antiguo y demostraron ser muy prácticas.
El Escorial llegó a tener un monasterio con panteón, un palacio real, un centro de estudios e investigación para defensa de la religión católica, una biblioteca de inestimable valor y riqueza en documentos, códices y manuscritos reunidos desde todos los lugares. Progresivamente Felipe II dejó el Alcázar, al que había dedicado poca atención y dinero, para recluirse en el Escorial que consideraba su templo salomónico. Madrid ya le interesaba poco. En 1561 llegó a ser Villa y Corte adquiriendo la capitalidad, pero el verdadero centro político del Imperio fue El Escorial.

 


San Lorenzo del Escorial

Anne Barcat

martes, 1 de septiembre de 2009

Felipe II y el paisaje urbano de Madrid



Contraste de paisaje urbano (foto Marcos Quiroga)


Felipe II y el paisaje urbano de Madrid (I)

Felipe II, que recibió de la mano de su padre todos los Reinos hispánicos, con Nápoles y Sicilia, fue más tarde rey de Portugal y rey consorte de Inglaterra. Había nacido en Valladolid el 21 de mayo de 1527 y murió en El Escorial el 13 de septiembre de 1598. En mayo de 1561, decidió repentinamente trasladarse desde Toledo a Madrid con toda la Corte y esto se realizó sin tardar en julio del mismo año. Las razones del cambio son todavía muy discutidas. Por otra parte, este rey curiosamente no demostró nunca un gran interés por la ciudad que hizo capital del Imperio.


La llegada de la Corte a Madrid fue la causa de un cambio brutal en los paisajes que albergaban la villa. Madrid estaba rodeada de bosques frondosos. Pero no había suficientes casas para tanta gente. Se talaron miles de árboles alrededor de la pequeña ciudad para la construcción de casas. ¿Pero quién conoció estos bosques? De nos ser algunos estudiosos de la historia, nadie añora lo que no conoció.


Ángel Fernández de los Ríos, en su obra El futuro Madrid, hace grandes reproches a la llegada de Felipe II por dañar el paisaje y el medio ambiente de esta Villa. Dice:


“Era Madrid en el siglo XV abundante en montes poblados de enormes robles, encinas, castaños, nogales, pinos, avellanos y madroños (1), y á los cien años de instalada en él la corte, habían sido derribados para utilizarlos en levantar casas a la grandeza, ó en alimentar con leña y carbon los hogares de la población cortesana que absorbió Madrid.


Había en sus bosques mucha caza de montería, osos, jabalíes, ciervos, conejos, liebres, perdices (2), y el hacha que taló el arbolado ahuyentó la caza, quitando a Madrid un gran medio de alimentación y un elemento industrial.


Tan abundante era el agua de la villa, que dentro y fuera de ella, había fuentes naturales, en sus calles, de verano é invierno, grandes pilones y albercas comunes, con caños y abrevaderos; tan superficial era la humedad y tan someros eran los pozos, que á brazo y sin cuerda se podía sacar de ellos; y al reinado siguiente ya escaseaba el agua potable, ya había necesidad de empezar á mezclar con la de noria la poca que quedaba, ya se tenía por verdadera mina el descubrimiento de los humildes viajes de Abroñigal y Amaniel (3).


Hacía Madrid una cosecha importante de trigo y vino, tenía grandes y fértiles huertas, abundantes en excelente hortaliza de toda especie, en frutas delicadas de verano é invierno, y con la escasez progresiva de agua perdió este otro recurso de alimentación.


A humedad constante y general del suelo, sostenida por el arbolado y el sobrante de las aguas de la villa, fecundaba las grandes praderas en que se criaba abundante ganado; hasta que, agotándose y esterilizándose las praderas, perdió también las reses y pasó definitivamente de pueblo productor á pueblo exclusivamente consumidor.


Era la region de Madrid en el siglo XV muy templada, “de buenos aires y cielos, cuando sus árboles cortaban los vientos del Guadarrama durante el invierno y refrescaban con su frondosidad la atmósfera durante el verano:” cortando y talando Felipe II, después de quitar á Madrid su campiña, su horizonte, sus aguas y sus alimentos, le quitó tambien la primavera, que no era ciertamente la estacion en armonía con su carácter.


Con ella desaparecieron las condiciones sanitarias que Cárlos V había puesto á prueba con tan buen resultado para curarse de un padecimiento hoy endémico en la villa, unas intermitentes.


Tales fueron los beneficios que trajo con la corte á Madrid Felipe II, especie de Atila, que esterilizaba el suelo donde sentaba la planta.


Y ¿qué hizo, en cambio, para poner á la villa en estado de ser mansion correspondiente á su desvanecida persona?


Lo primero que hizo fué escribir á su arquitecto Luis de la Vega, el 7 de mayo de 1561, encargándole las obras del palacio (el alcázar), porque “teniendo determinado ir con su casa y corte á Madrid, deseaba que estuviesen concluidas para de allí á un mes y que no diese lugar a que ninguno viese, sin mandato suyo, los aposentos del palacio, ningún atajo, oficina ni otra cosa” (no quería que nadie aprendiera la maquinaria secreta del edificio que había de ser escenario de crímenes, entre los cuales había de contarse un parricidio); y como Vega le hiciese observar que por falta de oficiales no podrían las obras concluirse tan deprisa, Felipe II mandaba al Corregidor Beteta, que “todos los oficiales de la villa se ocupasen de esto, sin atender á ninguna otra obra.” El capricho de Felipe II era sagrado, hasta cuando se trataba de la vida de su propia familia.


Tenía en su mano enmendar los defectos de la villa; si no en la parte existente en la futura, y ni se cuidó de que se corrigiera lo accidentado del suelo, ni trazó en él calles anchas y rectas, ni adoptó medida alguna que diera idea de prevision y de grandeza de miras.”


1 - Lopez Deza
2 - Gonzalez Fernandez de Oviedo
3 – Ardemans. Informe al Ayuntamiento en 1727


El futuro Madrid de Ángel Fernández de los Ríos (Ayuntamiento Popular de Madrid 1868)


Personalmente, no estoy a favor de todo lo que hubiese deseado hacer Ángel Fernández de los Ríos para reformar Madrid. Estaba muy atraído por las reformas hechas en Paris cuyo suelo era muy diferente del suelo madrileño. Me gustan los desniveles accidentados de su viejo casco urbano, la calle de Segovia entre dos cerros, el del palacio y el de la cornisa. Madrid existió por su situación de difícil acceso, al borde de un acantilado sobre el Manzanares. Fue la razón de sus orígenes. Guarda, en su parte oeste, el paisaje urbano de una fortaleza.


Y en la introducción de la reedición en facsímil de su obra (1989), escribe Antonio Bonet Correa: “Aunque a Fernández de los Ríos le preocupaba la arquitectura no era tanto ésta como lo era la ciudad misma y su estructura social la que ocupaba la preferencia de su atención. Además no se interesaba sólo por el aspecto formal o diríamos estilístico de los edificios, sino también por lo práctico y funcional.”


En un próximo artículo, seguiremos acompañados de Fernández de los Ríos en su descripción tan minuciosa de cómo Felipe II dispuso del suelo de Madrid y de su medio ambiente.


Anne Barcat