lunes, 23 de noviembre de 2009

Felipe III y el paisaje urbano de Madrid



Plaza Mayor Anónimo Museo municipal
Visita de Felipe III el 14 de mayo de 1619



Este hijo y sucesor de Felipe II, como rey de España desde 1598, poco va a hacer para Madrid que se pueda llamar urbanismo, si entendemos por urbanismo algo más que conventos, monasterios o iglesias.

Al subir al trono, el joven rey de 20 años empezó a dejar el mando al duque de Lerma, su valido. Tres años después, en 1601, Felipe III se marchó con la corte a Valladolid donde se quedó 5 años. De vuelta a Madrid, siguió con el proyecto de la Plaza Mayor, ya lanzado bajo el reinado de su padre, ahora a cargo de Juan Gómez de Mora.  Una vez  terminada la plaza, tuvieron lugar  en ella todo tipo de espectáculos y festividades, bailes de máscaras, procesiones, corridas, autos de fe, ejecuciones, juego de cañas. Fue el lugar de ceremonia de la canonización de san Isidro y de otros santos. La vida de la ciudad se centraba allí. La Plaza Mayor acaparaba toda la atención de los ciudadanos, a pesar de la pobreza en la que vivía el pueblo y que, por unas horas, olvidaba.

El duque de Lerma, a instigación de su hermano el gran inquisidor, consiguió que el rey diese la orden de expulsar a todos los moriscos de España, lo cual sumió al país en la miseria por falta de trabajadores tanto en las fábricas, la construcción y el campo. No es posible contabilizar el número de los expulsados. La cifra varia entre 300.000 y 800.000, aunque unos dicen que fueron hasta unos 3.000.000, lo cual es inverosímil en esta época. Esta expulsión de los moriscos se llevó a cabo en 1609 y en 1611. Luego hasta 1614, se persiguió a todos los que se habían escondido.


Fernández de los Ríos estima que fueron 800.000 moriscos expulsados. España faltando de trabajadores, Madrid no va a progresar en su paisaje urbano, sino todo lo contrario, con un pueblo muerto de hambre y víctima de graves enfermedades. A todo esto, se añadía una gran crisis económica a nivel europeo.

Expulsión de los moriscos de Vicente Carducho Museo del Prado


En época de Felipe III, fueron erigidos 14 edificios religiosos, además de los 31 que ya existían. Una villa tan pequeña como era Madrid entonces, con 45 conventos o iglesias, no es una villa para ciudadanos.

Los nombraremos todos:
1- Noviciado de los jesuitas 1602. Iglesia del Salvador tras la expulsión de los jesuitas.
2- Caballero de Gracia (Franciscanas) 1603. Derribado en 1910 con las obras de la Gran Vía.
3- Santa Bárbara (Mercenarios Descalzos) 1606. Destruido por la invasión francesa, reconstruido por Fernando VII y derribado con la desamortización para urbanizar el solar.
4- Jesús de Medinaceli (Trinitarios Descalzos) 1606. Destruido.
5- Carboneras (Jerónimas del Habeas Christi) 1607. Conservado en su integridad.
6- San Antonio del Prado (Capuchinos) 1609. Derribado en 1890.
7- Santa Catalina (Dominicas) 1609. Desaparecido.
8- San Ildefonso (Trinitarias) 1609 (y 1612 en su segundo edificio). Se conservan íntegramente, tanto el convento como la iglesia donde están enterrados Cervantes y su mujer.
9- Mercedarias de Don Juan de Alarcón 1609.  Sigue en pie aunque, por efecto de la absoluta clausura, nadie puede entrar, ni siquiera en la iglesia.
10- Monasterio de la Encarnación (Agustinas Recoletas) 1610. Se conserva hoy en su integridad.
11- Casa profesa de los jesuitas 1611. Iglesia de san Felipe de Neri, tras la expulsión de los jesuitas.
12- San Norberto (Prémontrés o Mostenses) 1611. Derribado en el siglo XIX para la construcción de un gran mercado llamado los Mostenses.
13- Las Maravillas (Carmelitas descalzas) 1612. Sólo se conserva la iglesia, hoy parroquia de santos Justo y Pastor.
14- Capuchinas de San Bernardino 1617. Derribado en 1975.

Convento de las Trinitarias San Ildefonso de las Tr/ Lope de Vega, 18

Fachada de las Trinitarias

Podemos observar que, en los años 1609, 1610 y 1611, se fundaron 7 conventos, coincidiendo esta acción con los años de expulsión de los moriscos. Los conventos, al multiplicarse tanto, acaparaban el suelo urbano así como los pocos trabajadores que quedaban disponibles, impidiendo la construcción ordenada de viviendas y de calles, una vez más. No hay cosa más caprichosa que la fundación de un convento y siempre es espacio mal aprovechado.


Entre las obras civiles, el Palacio de Uceda o Palacio de los Consejos se atribuye a Francisco de Mora y empezó entre 1611 y 1613 finalizando en 1625 bajo el reinado de Felipe IV. Algunos historiadores atribuyen este edificio a Alonso de Turrillo. En su construcción participó el sobrino de Francisco de Mora, Juan Gómez de Mora. 

Felipe III, cuando volvió de Valladolid a Madrid, manifestó deseos de adecentar las estancias del Alcázar y de reformar la fachada meridional. La Villa de Madrid aceptó costear las obras. El arquitecto encargado de ellas era Francisco de Mora con el aparejador Pedro García de Mazuecos o Mazuecos el Mozo. Francisco de Mora no atendía suficientemente la obra por estar muy ocupado en  la reconstrucción del Palacio del Pardo que había sufrido un incendio. Esto preocupó mucho a la Villa y a la junta encargada de vigilar la realización de las obras. Mazuecos murió en 1609 y, un año después, también moría Francisco de Mora. Su sobrino Juan Gómez de Mora, todavía muy joven, es quien le relevará en esta reforma, la cual se cumplirá del todo en época de Felipe IV. Estos dos arquitectos, Francisco y Juan, son de la escuela herreriana  dentro del manierismo clasicista, con una tendencia al estilo barroco menos severo del siglo XVII. 

Palacio de Uceda o de los Consejos (imagen Madrid Histórico)
 
Diez años después de la muerte de Felipe III, la Plaza Mayor de la cual él estaba tan orgulloso, quedó reducida a cenizas. En efecto, el 7 de julio de 1631, fue presa de las llamas de un gran incendio, quemándose más de 50 casas; esto no impidió que en agosto del mismo año, con Felipe IV, se reanudaran en ella los juegos, toros y autos de fe, quedando sólo en pie la Casa de la Panadería.

El reinado de Felipe III fue una época triste de miseria y de guerra, la Guerra europea de los Treinta años, y jamás el imperio se repondrá de ello.

 
La Encarnación, fundada por la reina Margarita de Austria
en agradecimiento por la expulsión de los moriscos

Anne Barcat

2 comentarios:

  1. Muy bueno Anne, bien documentado y conciso. Ahora se comprende el ver tantos campanarios en Madrid en los dibujos antiguos.

    Anne, ¿ocuparon estos conventos e iglesias los terrenos dejados por los moriscos?, ¿eran estos gentes de dinero, como lo podían ser los judios, o eran simples obreros?. Se me ocurre que podiran ser artesanos y estusisos....

    Un abrazo.

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  2. Hola Ricardo

    Te recomiendo leer este texto de Elena Pezzi (Los moriscos que no se fueron):

    http://www.islamyal-andalus.org/nuevo/moriscos/la_expulsión.htm

    Siento que no se pueda pegar texto en un comentario, ni siquiera el enlace. Baja hacia un tercio del texto y verás que unos ejercían todo tipo de oficios. En cuanto a los trabajadores cualificados y especializados, los defendía la nobleza que era su clientela y ellos pudieron quedar tranquilamente en sus casas, considerados nuevos cristianos, aunque no lo fueran realmente por detrás.

    Los mudéjares después de su conversión forzosa al cristianismo en 1526 se llamaron moriscos (muchos eran mezcla de españoles y moros).
    Si bien los mudejares se dedicaron a la arquitectura tan típica y única en España, los moriscos eran alfareros, artesanos en ricas telas, labrados de cueros, obras artísticas del metal (cobre y plata), armas, jaeces de caballo y todo tipo de objeto suntuario que gustaban a sus ricos clientes. También eran prestamistas, administradores de recursos, de la industría, el comercio y el transporte. Muchos se dedicaban a la labor del campo también. Cubrían toda fuente de producción y sus impuestos equivalían a la mitad de la aportación del pueblo español.

    Sus viviendas no se definen. La construcción de los conventos es más bien una manera de manifestar el triunfo del cristianismo sobre el islam. Como los judíos, los moriscos habían aprendido pronto a integrarse en los medios españoles sin formar guetos que les ponían en peligro. Las mujeres son las que no renunciaban a sus atuendos típicos con velo y tejidos vistosos.

    Ver también http:/webislam.com/?idn=3736
    Esta página muy interesante distingue el mudejar del morisco y sus dos épocas.

    Un abrazo
    Anne

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